Artículo de opinión publicado originalmente en QUESABESDE.COM
Imaginen la situación. Gabinete de crisis en las oficinas alemanas de Leica. A un lado, los directivos y mandamases de la mítica compañía con cara de pocos amigos. Al otro, los ingenieros con cara de circunstancias y sudores fríos. Y en medio de la mesa, la por aquel entonces revolucionaria Epson R-D1, un modelo desarrollado a medias entre Voigtländer (Cosina) y Epson, y que en 2004 se convirtió en la primera cámara digital con bayoneta Leica M.
Puede que la escena no ocurriera exactamente así, pero dejando a un lado los recursos dramáticos una cosa está clara: seguro que en algún momento los ingenieros de Leica tuvieron que escuchar aquello de “¿cómo que no se podía?”
Y es que, según cuentan la leyenda y los veteranos del sector, durante mucho tiempo estos técnicos aseguraron a los directivos de la compañía que no era posible reproducir en digital la estructura de las Leica M por la proximidad entre la óptica y el captor. Al menos hasta que Epson demostró que sí era posible. Años después llegó la Leica M8.
Realidad o leyenda -posiblemente un poco de cada-, el caso es que eso de “vaya, pues sí que se podía” se ha convertido en uno de los grandes clásicos de la historia reciente de la fotografía. Lo que ayer era imposible -o eso decían- resulta que tampoco era tan complicado. O al menos se podía conseguir.
La Canon EOS-1D X y eso de que no se pueda enfocar con ópticas de f8 cuando la nueva Nikon D4 sí lo permite. Lo de que no era posible combinar en una cámara compacta un sensor de gran tamaño con una óptica de tipo zoom hasta que la PowerShot G1 X de Canon lo ha hecho.
Y el ejemplo más reciente lo tenemos en Pentax y esa K-01, cuyo singular diseño parece despertar piropos y ataques de epilepsia. Y no a partes iguales, por cierto. Pero sin duda lo más interesante de esta cámara es que ha conseguido lo que muchos dábamos por hecho que no era posible: conservar la bayoneta que usan las cámaras réflex.
Así que, de la noche a la mañana, esta pequeña cámara se ha convertido en el sistema sin espejo con el mayor escaparate de ópticas disponible del momento. Sin adaptador, se entiende. Veremos qué tal se llevan con el sensor y con el sistema de enfoque por contraste, pero de entrada parece una buena idea y un guiño a los usuarios más fieles a la montura K.
En cualquier caso, la estrategia de Pentax obliga a preguntarse por qué otros fabricantes no han optado por el mismo camino. O dicho de otro modo, ¿se trataba de una decisión técnica o comercial?
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