Con el permiso de Francesc Vera reproduzco (y traduzco) la preciosa historia que explica en su blog sobre la foto de Gerda Taro durmiendo de la que estábamos hablándo:
Tengo una alumna, Irene, del Camp de Tarragona que es de esas que destacan casi desde los primeros días. Desde el comienzo se mostraba muy interesada en la historia de la fotografía y, sobre dodo, en todo lo que tuviera que ver con Gerda Taro y Robert Capa. Resulta que su abuelo durante la Guerra Cívil había recibido el encargo de acompañar en el frente a «unos fotógrafos extranjeros muy importantes». Irene me cuenta algunas de las anécdotas que su abuelo le contó sobre aquellos días.
Volviendo del frente después de una jornada agotadora se encuentran con las línas cortadas y no pueden continuar hacia Barcelona tal y como tenían previsto. En el pueblo en el que están la única pensión está completa y no hay sitio para dormir. Sin embargo la dueña del hostal se compadece de la fotógrafa y le ofrece una de las habitaciones de su casa, que está vacía. Robert y el abuelo de Irene no tienen más remedio que dormir fuera, tumbados en el suelo junto a la puerta de esa habitación.
Como no tenían previsto dormir fuera -cuenta Irene recordando las palabras de su abuelo- Gerda no llevaba ningún pijama. Pero Capa, que siempre llevaba encima la navaja de afeitar y otros artículos personales, saca de un bolsa un pijama y se lo da a ella para que pase la noche.
Al parecer a la mañana siguiente Gerda está tan cansada que no se despierta cuando la llaman desde fuera de la habitación. Pensando que le ha ocurrido algo, Robert y el miliciano que les hace de guía avisan a la señora de la casa para que les abra la puerta. Al otro lado se encuentran a Gerda profundamente dormida. Antes de despertarla Robert hace un gesto complice para que no hagan ruido y saca varias fotos, pensando en la cara que pondrá ella cuando vea aquellas fotografías reveladas.